La cata de la década prodigiosa o la reinterpretación de Rioja
En 1894 Don Cosme Palacio y Bermejillo funda Bodegas Palacio en Laguardia, en
plena Rioja Alavesa, entrando así a formar parte del limitado y selecto grupo de
Bodegas Históricas de la D.O.Ca. Rioja. Es el inicio de una historia llena de
visión, determinación, coincidencias y anécdotas que, cien años después, ha ido,
vuelto, y vuelto a empezar, reinterpretando y redefiniendo lo que es la esencia
de Rioja.
La cata vertical que hemos escogido no es casual. Es la década en la que, desde
el punto de vista enológico, se catalizan y concentran los cambios de estilo y
filosofía que han situado a este vino en la vanguardia bien entendida de la
“Nueva Rioja”, algo alejado en el tiempo de su fundador, del que toma el nombre,
pero muy cercano en talante. Es la década que, elevada al cuadrado, nos da los
cien años que cierra, es el resumen y resultado de una historia peculiar , un
alto el camino y un volver a empezar.
Coincidencias y Anécdotas.
La historia de esta bodega es la de un clásico moderno, una contradicción en
términos que es una carga de profundidad de largo alcance, que explota, o
florece, al cruzar el siglo. Don Cosme fue un personaje adelantado, sirva como
anécdota que la etiqueta del Cosme Palacio se diseñó en Italia, completo, que
tuvo la capacidad de sobresalir en lo empresarial, lo político y lo social.
Vasco de Markina, fundó la bodega 12 años después del Marqués de Riscal que, al
igual que él, estudió en Montpellier. Los trabajadores que picaron los calados
de Riscal, fueron los mismos que, una vez acabados estos, picaron los de Bodegas
Palacio.
A la llegada de la filoxera, se desplazó a Ribera del Duero para elaborar
“Riojas” con la Tinto Fino. Su enólogo, Txomin Garramiola, enraizó en la zona y,
a la vuelta de Palacio a Rioja, se quedó en Ribera y diseñó años después un
nuevo vino llamado Vega Sicilia.
Pero las anécdotas de modernidad y visión llegan hasta nuestros días. A finales
de los ochenta el equipo directivo realiza lo que podríamos identificar como el
primer Management Buy-Out (MBO) de una bodega en nuestro país. De nuevo, los
vientos de modernidad soplan por estos lares, financieramente y, más importante,
con la vuelta de tuerca filosófica y afrancesada que permitirá cerrar el siglo
extrayendo lo mejor de esta casa. Y los resultados sonarían en todo el sector.
El vino, no podía llamarse de otra manera: Cosme Palacio.
El Vino y la Cata de la Década.
Jean Gervais, junto a su compañero Michel Rolland, supieron situar a la Bodega
con este vino en la cabeza de puente de la "nueva Rioja": una corriente
renovadora cuyos vinos se caracterizaban por una rigurosa selección de uva,
largas y lentas maceraciones y la utilización de barricas nuevas preferentemente
de roble francés, en el que prima la fusión de tradición y modernidad. Desde ese
momento, el Cosme Palacio se convierte en referencia junto a un pequeño grupo de
nuevos riojas.
Un vino con imagen y nombre tradicionales pero que esconde en su interior nueva
vida, casi como si quisiera sorprender doblemente. Un vino que ha mantenido una
regularidad sorprendente, que le ha permitido enganchar a un grupo de nutridos
fieles que son la causa y razón principal de la venta exclusiva por cupo de este
vino.
Se han catado 10 añadas, del año 1991 hasta el 2001. Solo falta la añada 1993.
Nos sorprende la extraordinaria evolución de todas las añadas, algunas en un
estado espectacular. Los años 1994, 1995, 1996, 1998 y 2001 están soberbios,
actuales, con mucho vigor y vida por delante. La ’94 sorprende por su fuerza,
frescura y su capacidad de envejecimiento gracias a su viva acidez. La ’95 es un
excelente ejemplo de madurez y complejidad, de noble evolución en botella. La
’96 es la añada más golosa y más equilibrada. La ’98 es un vino joven, de cuerpo
y espíritu, la esencia del clásico moderno. La 2001, la epitomización del
resultado final de un siglo, el broche de oro.
Pocas bodegas pueden alardear de una historia tan brillante reflejada en sus
vinos.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1991
Rojo rubí teja con tonos ladrillo. Con finura y complejidad. Noble reducción.
Fruta compotada, cueros, torrefactos y café. Envolvente, equilibrado, taninos
finos y pulidos. Elegante paso de boca y final complejo.
* Ha aguantado con excelencia el paso de los años. Noble reducción. Se encuentra
en la meseta de plenitud, en la que vivirá algunos años con una buena
conservación.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1992
Rubí teja con bordes ladrillo. En nariz se aprecian notas de aceituna, cueros y
maderas ligeramente marcadas. Sensaciones especiadas. Vivo aunque con síntomas
de evolución. Aún así guarda una buena complejidad de aromas. Mantiene una
acidez destacada que compensa la falta de algo más de cuerpo.
* En su momento final. Una añada que ha sabido llegar con nobleza a su máxima
expresión.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1994
Rojo granate rubí bien cubierto. Fino y elegante, aromas de frutos compotados y
en sazón, especiados, buenas maderas. Complejo y con ensamblaje perfecto
fruta-madera. Maduro, elegante, sabroso, pulido, armónico, excelentes taninos y
final frutal. Posgusto largo, fino y elegante.
* Una de las mejores añadas de su historia. Aún no ha llegado a su plenitud, por
lo que nos sorprenderá aún más. Dará mucho de sí. Sin duda, el clasicismo bien
entendido.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1995
Rojo rubí apicotado. Se presenta algo cerrado. Matices de buena complejidad,
especiados (pimienta), cueros, torrefactos, fruta en compota, orejones...
Sabroso, carnoso, excelente equilibrio, pulido, llena la boca, con taninos de
calidad presentes. Con volumen y final especiado.
* En su mejor momento. Rusticidad en boca. Marcado carácter especiado de una
elegante, compleja y noble reducción.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1996
Rojo cereza granate. Con apuntes rubíes. Aromas de buena intensidad, frutos
negros bien madurados, recuerdos de regaliz, tostados, excelentes maderas,
balsámicos, hierbas aromáticas. Sabroso, amplio, equilibrado, muy aromático,
nobles taninos, fresco por su viva acidez y final complejo con aromas de gratas
maderas y reducción.
* En un extraordinario momento de consumo, probablemente en el mejor. Maduro,
elegante, intenso, armónico y largo. Una excelente añada.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1997
Rojo rubí teja. Aromas florales, notas herbáceas frescas, fruta bastante madura
y escarchada. Ligero, con taninos ligeramente vegetales, fresco, algo falto de
estructura y complejidad. De cuerpo medio.
* Un año con menos madurez. Salva con honradez las deficiencias de una añada
difícil.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1998
Picota de media capa con tonos granate; ligero ribete teja. Limpio, elegante,
con aromas de fruta madura, balsámicos, hojarasca, regaliz, rasgos minerales,
lácteos, torrefactos y café. Bien constituido, sabroso, armónico, carnoso, rico
en matices, fresco y con excelente carga frutal. Taninos finos.
* Un vino joven a pesar de su añada. Muestra una reducción lenta. Mantiene una
acidez fresca que aporta viveza. Un clásico moderno.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 1999
Rojo rubí apicotado. Aromas de buena intensidad, notas animales, hojarasca,
fruta bien madurada y tostados. Ligero, marcado por su crianza en barrica. Se
apoya en una acidez elevada y un tanino seco del roble.
* Añada con claros aromas de reducción, almizcle y cuero (reducción). Se
presenta cerrado por lo que es conveniente decantar. Protagonismo de la madera
que deberá integrarse en el vino con el tiempo.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 2000
Rojo picota con rasgos de juventud. Aromas de frutos rojos maduros, mentolados,
lácticos, chocolate, café natural y gratas sensaciones de goma de borrar.
Complejo. Amable, sabroso, sedoso, equilibrado, muy agradable paso de boca,
amplio y final frutal largo y persistente.
* Muy buena añada. Amable y goloso. Un tinto moderno con predominio de la fruta.
Concentrado.
Cosme Palacio y Hermanos, Crianza 2001
Rojo amoratado. Elegante, sugerente e intenso en nariz, aromas de frutos rojos
en sazón, compota y confitura, torrefactos, minerales y balsámicos. Muy
aromático en boca, fresco, cremoso, suave, carnoso, equilibrado, maduro pero con
vigor y juventud. Largo.
* Sin duda una de las mejores añadas de la casa. Un vino con juventud y futuro.
Es el resultado de la transformación lógica que la bodega ha realizado con el
paso del tiempo. Un vino armado, frutal, sutil, equilibrado que ha sabido
integrar en este perfil el mejor clasicismo riojano.
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