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Vinos de Madrid: Cada vez mejores... pero también caros y escasos

Los vinos de la "capital" están sufriendo toda una revolución gracias a la aparición de marcas de gran calidad capaces de codearse de tú a tú con los mejores de otras zonas vinícolas.

Tras su época de mayor esplendor en el Siglo de Oro, la llegada del ferrocarril trajo a la capital los vinos de La Mancha, Valdepeñas y Jumilla, y sucesivamente los de otras zonas vinícolas de prestigio. Ha habido que esperar prácticamente hasta ahora para que las algo más de 11.000 hectáreas de la DO Vinos de Madrid, repartidas en tres subzonas perfectamente diferenciadas y situadas al sur de la provincia (Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias), empezaran a dar frutos de altura.

Se llaman Divo, Manu, Tagonius, Qubél o El Regajal y ocupan ya un lugar destacado en las preferencias de críticos y expertos que lo reflejan en sus guías y publicaciones. Todas estas marcas, junto a otras muchas, estuvieron disponibles para la cata el pasado día 15 en el VI Salón de los Vinos de Madrid, un clásico de las citas vinícolas que se celebran en la capital y que, en esta ocasión, reunió a 21 bodegas de la denominación de origen.

El Regajal, ubicada en Aranjez, es la mayor reserva de mariposas de Europa y, desde hace bien poco, el origen de una novedad vinícola especialmente alabada. Potente, goloso, con abundante fruta madura y maderas finas, este tinto no exento de frescura ofrece gran calidad al módico precio de 12 euros. No cabe, pues, la crítica de caro, pero sí la de escaso porque de ésta su segunda cosecha en el mercado apenas se han elaborado 11.600 botellas.

Menor si cabe es la producción del Qubél Crianza de Gosálbez Orti, otra bodega de reciente creación que se estrenó en el mercado con la cosecha 2000. El 2002 que pudimos catar en el salón ofrecía abundante fruta madura y agradables notas balsámicas, con taninos bien integrados y buena persistencia. Sólo hay 7.000 botellas que salen de bodega a un precio de 17 euros. Detrás, una filosofía de hacer las cosas bien, fruto de la pasión de un jubilado, Carlos Gosálbez, que ha tirado de su mujer Estrella Orti y de un enólogo chileno, Albin, en este proyecto boutique devoto de la agricultura ecológica. De momento, la producción total de la firma que también incluye un anecdótico reserva (700 botellas) y un tinto barrica es de 12.000 botellas.

Divo, de Bodegas Ricardo Benito, es el vino más caro de Madrid (salió al mercado por encima de los 120 euros) y el pionero en inaugurar los tintos de "alta expresión" o como prefiera uno llamar a estos vinos escasos, concentrados e hiperseleccionados. Probablemente, el de mayor carácter del salón: aromas a fruta madura, fondo balsámico y muy mineral, toffee; boca concentrado, cálido, muy mineral, taninos algo amargosos, final terroso y con carácter del terruño. Es nuestra cata de la cosecha 2002 que aún no tiene fecha de salida al mercado.

Le acompañaban el Asido 2002, que se pondrá a la venta a mediados del año que viene (regaliz, fruta madura, sabroso, torrefactos y muy equilibrado), a un precio mucho más asequible en el entorno de los 16 euros, pero sólo 18.000 botellas; y el nuevo Dúan 2003, al igual que el anterior un cupaje de tempranillo y merlot que anunciaba su salida para principios del año que viene y que prometía no subirse de los 6 euros al consumidor, pero también con un ámbito restringido a la exportación y los clubs de vinos. Ofrecía buena fruta madura y sabrosidad en boca, quizás con unas notas torrefactas demasiado evidentes en el paladar.

Uno de los vinos más personales del salón fue, sin duda, Manu Crianza 2001. Tinto de Vinos Jeromín, bodegas clásica e histórica de la zona, que representa la calidad mejor entendida. Elaborado al 50% con variedades autóctonas (tempranillo) y foráneas (syrah 40%, cabernet sauvignon 5% y merlot 5%), se ha elegido para su crianza roble en su mayoría francés con el aporte de barricas rusas. El resultado es un tinto de autor, moderno, potente, estructurado y con grata expresión frutal, pero nuevamente con una producción, limitada de 5.500 botellas y a unos 27 euros. Más accesible resulta el Grego Roble 2003, joven con ligera barrica (4 meses), muy agradable y amable; hay 30.000 botellas al precio más asequible de 7,50 euros.

La novedad más buscada, sin embargo, era el Tagonius Gran Vino 2000, que se había presentado a la prensa especializada hacía apenas dos semanas. Otra de escasez (3.000 botellas) al poco módico precio de 40 euros para un tinto concentrado, balsámico, algo mineral, pero con la madera (fina) aún demasiado presente. Representantes de la bodega reconocían que el vino era todo un "experimento" y anticipaban la futura salida al mercado de un reserva de menos vuelos y precio asequible.

Estos tintos que hemos descrito constituyen la nueva punta de lanza de los vinos de Madrid, con valores cualitativos más que suficiente para poner, de una vez por todas, a esta DO en el candelero. Pero necesitarán algo más (marcas disponibles con cierta amplitud y de buena relación calidad-precio, a medio camino entre estos cracks y los tradicionales vinos modestos de la zona que se mueven en los segmentos más bajos del mercado) para saltar de los titulares a la lista de la compra de los nuevos aficionados al vino.

Autor: Amaya C.

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